viernes, 6 de abril de 2007

Marcia

"Es extraño el amor. Te lo digo con conocimiento de causa, porque ¿Quién mejor que yo para afirmar algo así? Fíjate que siempre renegué de el, que no existía, que sólo los babosos podían sentirlo, o creer sentirlo, que era un estado de idiotez transitorio (citando a Ortega y Gasette), y sin embargo aquí me tienes, tratando de resumir 4 años de matrimonio y seis años de idiotez que por lo demás ya dejaron de ser transitorios. Pero ¿Cómo podré resumir algo tan inclasificable? Porque, aun cuando el hombre invento el tiempo para poder medir su propia vida (para los animales no existe el tiempo) lo nuestro va más allá de las mediciones basadas en el tiempo, sin embargo voy a tratar de hacer una pequeña reseña…. Si me equivoco espero tu comprensión, y si me salto algún capítulo se que entenderás que cuatro años no se pueden resumir tan brevemente, en una carta.
La primera vez que te vi fue cuando ibas a encontrarte con tu inseparable amiga Inés, que en ese entonces era mi compañera de trabajo y sería un mentiroso si dijera que la divina flecha de Cupido me atravesó el corazón ese momento, porque no sería cierto, lo que es más, en otros encuentros que tuviste con Inés llegué a pensar que eras ligeramente “creída” ya que no entendías humoradas tan ingeniosas y jocosas, como cuando estabas afuera esperando a Inés, y al verte me acerque. Serio extendí mi mano hacia ti como un gran mentalista y te dije; “veo una mujer joven, delgada, morena, de pelo corto, su nombre empieza con “I”…Inés si más no me equivoco… Estas esperando a esta niña…” Tal despliegue de creatividad merecía algo más que la sonrisa (tu sonrisa… eso merece un capítulo aparte) menos que leve que te apresuraste a ofrecerme. Con un gesto así no había que más decir, además que en ese momento salió tu amiga, se saludaron y yo fui inmediatamente catapultado lejos de vuestro mundo, y por mi parte me olvide de este asunto, que ahora recuerdo no sin gracia, claro esta. No fue poca mi sorpresa cuando, al resultar el trabajo al cual estaba postulando tu amiga Inés (creo que es en el cual aún se encuentra) tu fuiste poco menos que impuesta a ocupar su puesto por un peso de conciencia que tu tuviste que pagar, y en cierto modo yo también, ya que al irse Inés de ahí daba cabida a la llegada de personal femenino de alto calibre, y tu en ese momento eras (para mi) una espía de Inés, siútica como ella, además te vestía como ella, con esa mini (esta de más decir que esa prenda luce bastante bien en ti), y su blusita bien planchadita. ¡Uf! Eso era fuerte aún para un tipo duro como yo, pero me mantuve firme y gallardo aun cuando Daniel dijo esa frase celebre “…Ten cuidado con este cabro, que le gusta pololearse a las digitadotas”. Claro que después cambiaste, te relajaste y dejaste de lado la faldita y blusita, cambiándolo por los inefables blue jeans y el poleron verde, ese que aun tienes, también cambio tu actitud, en todo sentido, claro que prefiero pensar que mi juicio hacia ti fue muy precipitado y en realidad nunca fuiste ni remotamente parecida a tu amiga.
Me llamo la atención cuando decidiste romper mi soledad de la hora de almuerzo (momento que esperaba con ansia, solo para desconectarme de todo el mundo Garetto, y conectarme a mi Walkman) y conversarme de tu familia, que era tu tema favorito, acompañado con ilustrativas fotos y anécdotas, me obligaste a apagar mi radio para tomarte atención (hábito que aún no se te quita), y descubrir que eras una mujer especial, demasiado especial para mi, sobre todo cuando te empezaste a preocupar por mi almuerzo, tanto así que no podía percibir lo que sentía realmente por ti, -aparte de amistad, que surgió en forma espontánea-, pero casi sin darme cuenta necesitaba estar cada vez más contigo, sin querer me olvide de mi pareja en ese momento, pensando que más apreciaba tu amistad que una relación sentimental, pero en el fondo sabía que me gustabas más allá de la amiga fiel, pero temía no ser correspondido, y de paso te perdería o perdería parte importante de nuestra amistad. Y créeme que realmente fue muy osado de mi parte cuando, después de “ese” recital al que habíamos ido y marchado rápidamente parando en mi casa, aproveche la oportunidad que se me presentaba y te besé, lo más suave que podía en caso de cualquier reacción negativa, pero al ver que fue aceptado no repare en averiguar cuanto estábamos dispuestos a arriesgar. Afortunadamente lo nuestro no paro esa noche (queda en evidencia) y más adelante arriesgamos más aun, llegando incluso a perder ambos la virginidad, porque como tu sabes, y en esto nunca te he mentido, fue contigo con quien perdí mi celibato voluntariamente asumido, ya que tuve oportunidades bastante fácil de sexo libre, pero con ninguna me sentí tan cómodo, libre y dispuesto como contigo (hasta el día de hoy me siento igual cuando hacemos el amor), y créeme que no me avergüenza confesarlo a los que quieran escucharlo, o a los siete vientos que tu fuiste, eres y serás la primera mujer en mi vida (la mamá no se cuenta, porque ella es mamá).
Cuando decidimos juntarnos para siempre (en ley mortal) fue el paso más fácil que he dado. Recuerdo como trauma el primer día de colegio, pero nuestro matrimonio fue un hecho relevante que traía libertad a la clandestinidad a la que nos veíamos forzados hasta ese momento para poder disfrutar el uno del otro… claro que a veces hecho de menos esa clandestinidad. No mucho tiempo pasó para que decidiéramos dejar de ser dos y empezáramos a ser tres. Cabe destacar, aun cuando tu lo sabes de más, que cuando empezamos una relación más seria –que fue casi ese mismo día del recital- ya sabia yo que tu eras la mujer de mi vida, la que tendría mis hijos, y junto a la cual los criáramos, y a los dos años llegó este personaje tan impacientemente esperado y que llamamos Osmar Alonso, porque mientras engordabas en forma impresionantemente hermosa, tejíamos miles de situaciones que nos esperaban con nuestro hijo al lado ¿Recuerdas ese restaurant al que fuimos, y al ver la sillita para bebes nos empezábamos a imaginar a nuestro hijo sentado ahí? Fue una buena espera, a pesar de algunos problemas ajenos a los que no vale la pena citar en este espacio, excepto el hecho que yo me encontraba sin trabajo, y seguía igual mientras se acercaba la fecha en que llegaría nuestro muchacho al lado de ambos (porque tu te lo acaparaste por nueve largos meses) y a eso se sumaba la muerte de mi papá, que aunque vivas mil años más, nunca podrás medir el dolor que sentí en ese momento, ni yo te lo podré explicar, pero puedo decirte que si no hubieses estado a mi lado en ese momento, el asunto habría sido catastrófico. En serio… y gracias. Cuando Osmar ya contaba cuatro meses, y orgullosos nos mostrábamos por todos lados con tan bello niño, que no se despegaba de la teta, te fui a buscar a la sala cuna donde estaba Osmar, y en el auto me contaste como te había ido en el Ginecólogo, ya que no te habías sentido muy bien, y por mi insistencia fuiste con este especialista; el resultado: Tenías un par de meses de embarazo. Esta noticia la acompañaste con esa sonrisa tuya de capítulo aparte, y no pude dejar de sentirme el tipo más feliz en el mundo. Lo único que empañaba nuestra felicidad era el hecho de vivir con tus papás, no porque ellos fuesen desagradables (aun cuando igual tuvimos diferencias), si no porque ya sentíamos la impaciencia de vivir solos, como una familia de verdad con nuestros propios hábitos y horarios sin rendirle cuenta a nadie de nada, y gracias al trabajo que conseguí dos semanas antes de que naciera el segundo hijo, pudimos arrendar nuestro primer hogar, el cual vio llegar a Bruno Andrés al mundo nuestro, y nos vio sufrir antes cuando al nacer el niño prematuramente tuvo que ser derivado al Hospital de la Universidad Católica para poder formarle ahí el pulmón que no había alcanzado a desarrollarse por completo. Una semana tuvimos que soportar sin él. Una semana que lo vimos conectado a iodos, sueros y agujas, vaciando tu leche en frasquitos para poder dársela a él en forma indirecta, sin embargo el Bruno es un tipo duro (basta mirarlo hoy) y antes de la semana ya estaba arrimado a tu pecho disfrutando de su madre, como debería haber sido siempre, y yo disfrutaba viéndolos juntos. A pesar de todo, no me arrepiento de nada, ya que al ver a los dos niños juntos después de dos años y algo en el caso de Osmar y solo uno y algo por Bruno, me siento rebosante de orgullo y creo que nada ni nadie puede romper esto, y desear más es ser demasiado ambicioso. No niego que me gustaría tener más recursos, pero no arriesgaría lo que tengo ahora por conseguirlo. Tenemos dos hermosos niños, una casa en un barrio tranquilo, yo te tengo a ti y tú me tienes a mi, nos amamos ferozmente, y ese amor no a tomado un descanso en todo este tiempo y tampoco tiene para cuando descansar, espero. Nuestra familia es más fuerte, y nuestra unión lo es más. Atrás quedaron los días en que hablábamos de tu familia o de la mía, ahora somos nosotros quienes formamos una familia y el día de mañana nuestros hijos formaran una también, y nuestro legado será bueno, y lo importante es que lo que hicimos, bueno o malo lo hicimos con amor.
Contigo he contemplado amaneceres, noches claras y oscuras, atardeceres hermosos y nublados, hemos visto caer nieve y caminado juntos bajo la lluvia abrazados, hemos sentido el calor abrasador del sol al hacer el amor en verano y barrido hojas que cubren nuestro patio, que juntos formamos, estamos viendo crecer a nuestros hijos y nos veremos envejecer el uno al otro, y cuando uno parta el que quede sabrá que nada fue en vano, y sólo se sentará a ver crecer los nietos, quizás los bisnietos y verá más nieve, lluvia, sol y hojas caer, y en vez de sentirse triste, su viejo espíritu sabrá que en algún momento de su vida disfruto de todo esto y más, acompañado de la persona que más amó en su vida, y ese recuerdo le alegrará la vida que le queda.
Todo esto lo espero de todo corazón Marcia, porque tu y mis hijos son toda la esperanza que tengo en el futuro y no veo nada más allá de ustedes, al principio y al fin, nací para estar aquí y ya estoy; sólo queda disfrutar todo lo que sea posible, de cada uno de nosotros. Como puedes ver es imposible resumir cuatros años de matrimonio, sólo imagina como será resumir los cincuenta años… como cinco tomos. Pero de algo podemos estar seguros, y es que a los cincuenta años de matrimonio te amaré como te amaba a los cuatro años y más… mucho más."

Esta carta se la escribi a la Marcia cuando cumplimos 4 años casados. Ahora tenemos 12 años juntos, y al volver a leerla reafirmo todo lo que decia en ese momento. Tanto o mas intensamente es lo que siento por mi mujer actualmente. Es verdad que hemos pasado por algunas pequeñas crisis, pero siempre hemos estado juntos para resolverlo, incluso ahora estan mis muchachos grandes, y nos recuerdan a cada rato el porque nos amamos. El matrimonio es lo mejor que me ha pasado, porque con el llegaron las personas mas importantes en mi vida. Y no hay mas.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Primo, tienes una gran familia y aunque para ti no sea nada nuevo lo que te digo, son pocas las personas que se dan cuenta de lo que realmente tienen para poder disfrutarlo a concho. Te felicito por tu nuevo desafío laboral que estoy seguro, sabras aprovechar al máximo, porque en esta interminable busqueda de felicidad, que llamamos vida, tu ya tienes gran parte del camino avanzado. Un abrazo desde Cauquenes.

Gallo dijo...

El weon enamorao........pero que diablos.....feliz de leer esta historia de la cual fui testigo en una época...(con eso de caer la nieve se me vino un dolor de cabeza tipo caña)......un abrazo lolito...y ya nos veremos por ahí con las patas debajo de la mesa...saludos a la Marcia...